David Bisbal y una noche plena en el Luna Park





El cantante español presentó oficialmente Hijos del mar, su sexto álbum de estudio, en un colmado Luna Park. Hoy, segunda y última función efrescando su propuesta musical con la electrónica, David Bisbal se deslizó también con comodidad por las aguas del r'n'b, el funk y otros ritmos bailables. Eso quedó demostrado ayer en la primera función que brindó el cantante español -oriundo de Almería- en el Luna Park (y que hoy se repite). Allí el español presentó Hijos del mar, su sexto álbum de estudio, como parte de una exitosa gira que ya lo llevó por toda Centroamérica, México, Chile y Uruguay. El comienzo, con las flamantes "Mi norte es tu sur" y "Antes que no", dieron cuenta de esta renovada sonoridad, de sabor europeo, en la que los sintetizadores y las programaciones cumplen un rol fundamental, más allá del apoyo instrumental y orgánico brindado por el resto de una banda precisa, ajustada y de neto corte pop.

De esta manera, temas más antiguos como "Esclavo de sus besos", "10.000 maneras" y "Todo es posible", entre otros, sonaron frescos y revitalizados, evidenciando el bienvenido deseo de brindar algo nuevo y, a la vez, de salirse de la zona de confort. El set acústico conformado por canciones que fueron el leitmotiv de varias telenovelas locales y que lo convirtieron en un artista muy popular en nuestro país ("Esta ausencia", "24 horas", "Me enamoré de ti", "Herederos" y "Hasta el final") permitieron bajar los decibeles de un comienzo arrollador y descubrir lo mejor de él como intérprete, exigiendo su voz al máximo, alcanzando las notas altas con naturalidad, sin lucir forzado y brillando en todo su esplendor.

Además de una puesta atractiva basada en cuatro pantallas Led dispuestas horizontalmente, un diseño lumínico de avanzada y un sonido contemporáneo, Bisbal conservó a su vez el perfil del cantante melódico romántico tradicional, con su porte prolijo, atildado y un sobrio look de camisa blanca y saco azul. Ese resultó ser, además, el marco adecuado para enamorar a la audiencia con un puñado de baladas clásicas, como "Quiero perderme en tu cuerpo", "Culpable", "El ruido", "Dígale", "Lo tenga o no" y "Mi princesa", entonadas a viva voz por un gigantesco coro que bajaba desde todos los rincones del Luna.

Un gran punto a favor de Bisbal es que, en vivo, no suele apelar a frases ni gestos demagógicos para ganarse al público. Incluso, no se interna en extensas parrafadas que a veces suelen hacer decaer el ritmo del concierto. Con muy pocas palabras - apenas un saludo inicial, alguna que otra arenga antes de los estribillos y el agradecimiento constante a sus efusivas seguidoras argentinas -, logró ayer una conexión total, alcanzando el ansiado feedback a través de una sencillez y una simpleza abrumadoras.

Sobre el final, y de la mano de "Lloraré las penas", "Torre de Babel" y la contagiosa "Ave María", el concierto dio un giro de 180 grados, dejando ver el carisma y el poder de seducción de un Bisbal más suelto, dinámico y que se animó a improvisar algunos pasos de baile intercalados con sus habituales puntapiés al aire. Pero la fiesta alcanzó su punto más alto cuando sonaron el remix de "Fiebre/Exclavo de sus besos" y el infaltable clásico "Bulería", hit que linkea con sus raíces flamencas que quedaron más que expuestas mediante la participación especial del joven bailador español Manuel, "El Carpeta". Montado a un repertorio sólido sin más pretensiones que entretener y hacer pasar un momento por demás grato, el intérprete de "Quien me iba a decir" extendió su romance con el público argentino oxigenando su oferta musical lejos de caer en lugares comunes y de respetar a rajatabla los dictados del mercado.

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